Después de algunas «hierbas de origen asiático» toca buscar remedio en los frutos más cotidianos del Mediterráneo.
Empezaré por las almendras, que por su alto contenido en Arginina ( junto con las nueces) son un precursor del NO. También una dosis de 30 gramos nos aportan el 50% de vitamina E que necesitamos diariamente( las más ricas junto a las avellanas).
Heredada del mundo árabe y la influencia mora en España, los relatos mitológicos cuentan que la almendra surgió de los órganos de la diosa Cibeles, y por eso se le atribuyen propiedades afrodisíacas que se repiten en la literatura árabe. Las almendras con leche y miel nos transportan a la magia de Las mil y una noches. El fruto está asociado a la pasión y la fertilidad, y es omnipresente en la pastelería árabe. En Italia se usaba como medicina y excitante amoroso. Cleopatra solía preparar una mezcla de miel y almendras pulverizadas para embellecer su piel, hecho que cautivó a Julio César y Marco Antonio quienes se dejaron conquistar por los encantos de la reina. Las almendras poseen un elevado contenido en ácidos grasos monoinsaturados (ácido oleico). Contienen cantidades significativas de vitamina E, son muy energéticas, además de ser una buena fuente de fibra y muy ricas en calcio.
La granada (fruto) posee un alto contenido en potasio, necesario para la regulación del sistema nervioso principal. Esto, unido a su bajo contenido en sodio, hacen de la granada una fruta recomendable para personas con hipertensión y afecciones cardiacas, prolongando la juventud y previniendo las enfermedades de tipo degenerativo.
Se atribuye también a la granada cierto valor afrodisiaco. Estudios recientes han demostrado que este poder actúa más sobre las mujeres que sobre los hombres.
Para los que no puedan comprarlas (si eres de Barcelona siempre recomiendo el mercado de la Boqueria para comprar frutas) puedes tomar granada en forma de comprimidos: